«Es un error si alguien piensa que nosotros, que somos tan sensibles en lo relativo a la prensa, los libros, los escritos y la difusión entre la sociedad, estamos en contra de la libertad en el pensamiento y las discusiones. No (…). Pero a la libertad de pecar y destruir sí nos oponemos. No puede permitirse que la juventud de un país, que va a comprarles un libro confiando en nosotros, con la idea de que somos religiosos y estamos al mando, se extravíe o se corrompa con ello, o que el enemigo quiera hacer algo por esa vía» (18/05/1999).