En los ritos del hach, la lapidación del demonio es un símbolo de enemistad y hostilidad; si el Mundo Islámico y la nación islámica (ummah), se libera un día de sus numerosos enemigos y ello se vuelve posible, su exoneración no tendrá razón de ser. Pero con la existencia de la hostilidad y la beligerancia actual, ser negligentes respecto al enemigo y su exoneración, es un error muy grande y pernicioso.
Ayatolá Jamenei