Los hiyabs (velos islámicos) dejaron —desde hace varias décadas— de ser parte del paisaje del Medio Oriente.
Hoy en día el hiyab nos es tan familiar en Occidente, al punto de que varias sociedades —sin razón— se sienten amenazas o «invadidas».
El hiyab dejó de ser una prenda de vestir de «ciertas extranjeras» y en la actualidad son cada vez más las compatriotas que lo usan.
Este es el caso de Sana Hamze, una chica de 18 años cuyo padre es oficial de la policía de Florida, y sus abuelos sirvieron en la Marina del país.
Ella también se ha inclinado por la misma carrera, convirtiéndose en la primera chica musulmana con hiyab en una academia militar de Estados Unidos.
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