IQNA - Según el Sagrado Corán, cada segundo que pasa, el hombre se acerca a la muerte y si no usa cada segundo en su verdadero valor, estará perdido. Pero, ¿cuál es el verdadero valor de la vida de uno?

Según el Sagrado Corán, cada segundo que pasa, el hombre se acerca a la muerte y si no usa cada segundo en su verdadero valor, estará perdido. Pero, ¿cuál es el verdadero valor de la vida de uno?
Aquí hay algunos extractos de un discurso del estudioso de las ciencias islámicas Mostafa Mohaqqeq Damad sobre el tema:
El único ser en el mundo cuyas acciones son el resultado del libre albedrío es la humanidad. Si bien existen restricciones en las posesiones, el entorno y las habilidades que limitan lo que puede hacer, sus acciones se basan en el libre albedrío. Cualquiera que se refiera a su Ftrat (naturaleza profunda) se da cuenta de su libre albedrío y libertad de elección.
Toda acción humana tiene dos aspectos: un aspecto manifiesto y otro oculto. El manifiesto es el comportamiento que uno tiene, mientras que el oculto es su intención. Uno primero decide hacer algo basado en una variedad de motivaciones y luego toma acción. Así que la intención tiene prioridad sobre la acción.
Por eso decimos que una acción correcta es aquella que se origina en la fe. Es decir, la intención de una persona al realizar una acción justa proviene de su fe. Una acción correcta es aquella que surge de una motivación divina.
Una obra justa es aquella que se hace por amor a Dios. Al realizar obras justas, la intención de uno debe ser acercarse a Dios.
Los actos de adoración no se limitan a la oración ritual y al ayuno. Cualquier acción realizada con la intención de acercarse a Dios es un acto de adoración. Por lo tanto, todas las actividades de uno son actos de adoración. Por el contrario, si no se vive con la intención de acercarse a Dios y no se realizan las acciones por Él, aunque fueran oraciones y actos rituales de adoración, no servirán para la elevación de la persona. La esencia de adorar a Dios es tener la intención de acercarse a Él.
Los grandes Arifs (místicos y gnósticos) creen que la relación entre las acciones correctas y la fe es similar a la que existe entre un árbol y su fruto. Un creyente sin buenas obras es como un árbol sin fruto.
Fakhr al-Din al-Razi dice en su interpretación de Surah Al-Asr que durante mucho tiempo no pudo entender el significado del término Khusr (pérdida) presente en esta Surah. Una vez estaba caminando en el bazar cuando vio a un vendedor de hielo diciéndole a la gente que si no compraban hielo, perdería porque el hielo se derretiría y perdería su capital.
Fakhr Razi, por lo tanto, afirma que tener pérdidas significa perder el capital propio.
El Sagrado Corán dice que el hombre pierde el capital de su vida segundo a segundo y si vende esos segundos de vida por lo que valen, no estará perdido. El valor de la vida de uno radica en la fe y las acciones correctas. El Profeta Abraham oró a Dios para que le concediera la Hikma (sabiduría) teórica para conocer verdaderamente a Dios y al mundo, y la Hikma práctica que consiste en poner en práctica el conocimiento haciendo buenas acciones.
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