Pero, como muchos otros palestinos, el régimen los silenció por ser lo que son.
Dana Al-Saqqa, abogada radicada en Gaza, y su marido Tawfiq Al-Farra, dentista, se casaron a principios de este año después de algunos años de conocerse.
La pareja estaba esperando su primer hijo en unos meses y las celebraciones se sentían en el ambiente.
Según sus amigas, Saqqa las sorprendió hace casi un mes con la noticia de su embarazo.
Ella estaba emocionada y esperaba tener una niña.
Su esposo también estaba entusiasmado y esperando tener un nuevo miembro en la familia.
Sus fotos en las redes sociales los muestran como una pareja feliz que posaba alegremente, salían de excursión y amaban la compañía de los demás. Ellos parecían ser una pareja hecha en el cielo.
Sin embargo, su feliz historia de unión tuvo un giro trágico el lunes, cuando un ataque aéreo israelí tuvo como objetivo su casa en el norte de la Franja de Gaza, dejando un rastro de muerte y destrucción.
Saqqa y Farra, ambos de unos 20 años y su hijo por nacer, fueron asesinados. Su feliz historia terminó con una nota triste. Su sueño de formar una familia se hizo añicos.
El Ministerio de Asuntos Exteriores de Palestina confirmó su muerte el miércoles en una publicación en X, anteriormente Twitter.
“Las fuerzas de ocupación israelíes bombardearon su casa en la Franja de Gaza y los mataron a ellos, a sus sueños y al primer bebé que esperaban”, afirmó el ministerio, señalando el costo humano de la guerra de Gaza.
Un usuario de las redes sociales, citando a uno de los amigos de la infancia de Saqqa, dijo que la abogada asesinada siempre tuvo la sensación de que moriría a una edad temprana dada la precaria situación en el territorio asediado.
Miles de hombres y mujeres jóvenes han sido asesinados en las últimas semanas, cuando la máquina asesina israelí ha subido la apuesta, bombardeando indiscriminadamente el territorio costero densamente poblado.
El número de muertos ya ha superado los 19 000 en la Franja de Gaza, la mayoría de ellos niños y mujeres.