En primer lugar, el Líder de la Revolución Islámica comenzó hablando sobre lo que ya se ha convertido en una tradición: el nuevo lema para el año en curso. Este lema sirve como recordatorio, tanto para los funcionarios gubernamentales como para el público en general, de los objetivos a alcanzar.
Continuando con la elección de lemas con un trasfondo económico (por ejemplo, el año pasado el lema anual fue “controlar la inflación y fomentar la producción”), este año el ayatolá Jamenei seleccionó como lema: “Un salto en la producción con la participación del pueblo”. Este objetivo, en términos generales, se fundamenta en mantener una visión económica siempre enmarcada en un horizonte de justicia.
Es crucial recordar que la noción de justicia es vital para comprender la articulación ética y política de la República Islámica. Desde su fundación en 1979, la República Islámica se ha autorepresentado como un bastión contra la opresión y la discriminación. Irán deriva su identidad política de la interpretación hecha por el Imam Jomeini del Islam, considerando este como la búsqueda de la verdad y la justicia por parte de todos los individuos.
Durante su discurso, el ayatolá Jamenei recordó cómo “los enemigos de Irán”, especialmente los Estados Unidos, han intentado dañar al país utilizando herramientas económicas como las sanciones. Para el actual Líder de Irán, la resiliencia de la República Islámica ha permitido resistir estas presiones. Es importante recordar que desde la perspectiva de la República Islámica, las sanciones económicas que enfrenta el país no son vistas como una alternativa a la guerra, sino como una guerra por otros medios. Las autoridades comprenden que estas sanciones tienen como objetivo final doblegar la independencia política del país, así como su autonomía regional.
El Líder de Irán siempre ha destacado la importancia de adoptar medidas político-económicas para contrarrestar las sanciones. En este sentido, el gobierno de Ebrahim Raisi, siguiendo estas recomendaciones, ha desarrollado su política de “vecindad y convergencia”, con la cual busca neutralizar el impacto de las sanciones mediante la colaboración económica con los países de la región.
Continuando con la cuestión económica, el ayatolá Jamenei enumeró una serie de objetivos a alcanzar a corto y medio plazo. Entre ellos, destacan la transformación del sistema tributario, el aumento en un 80 % de la producción de bienes básicos de consumo, y el incremento de la producción en el sector agrario. Es importante tener en cuenta que todos estos objetivos deben lograrse sin descuidar el bienestar de la población.
El ayatolá Jamenei subrayó que estos objetivos deben cumplir con dos requisitos políticos básicos sobre los cuales se sostiene la República Islámica. En primer lugar, la participación popular, que garantiza una circulación del poder y asegura la presencia de la parte republicana. Por otro lado, se encuentra la parte islámica de la ecuación, representada en este caso por el horizonte de la justicia, como se ha señalado anteriormente.
Este horizonte de justicia también fue reiterado al poner el foco en las cuestiones de corrupción, los abusos de poder y la opresión en general. En este sentido, el ayatolá Jamenei instó a los responsables políticos y judiciales a no cejar en su lucha contra estas prácticas. Desde el punto de vista islámico, el objetivo ético-político final de la República Islámica es crear condiciones de vida justas en la tierra, mediante una lucha continua contra la opresión y la injusticia.
El ayatolá Jamenei también abordó las elecciones legislativas y a la Asamblea de Expertos, celebradas hace menos de un mes. Estas elecciones le sirvieron, una vez más, para recalcar la importancia de la participación dentro de lo que puede considerarse como las dos almas constitucionales de la República Islámica: la republicana y popular, y la islámica. La participación popular implica reafirmar la mencionada circulación del poder, lo que a su vez garantiza la presencia del “alma republicana”.
Respecto a la idea de participación popular, el Líder de Irán recordó que una cosa es la diferencia de opiniones políticas, que calificó de saludables, y otra distinta son las disputas partidistas que ponen en riesgo la “unidad de discurso de la República Islámica”. Es decir, entendiendo que la República Islámica está basada en un discurso político que privilegia, por ejemplo, la independencia, la autonomía y la construcción regional de un orden en el que no estén presentes fuerzas extra-regionales, todo aquello que cuestione esa visión constituye una amenaza a la propia existencia de la República Islámica.
Esto último puede explicarse del siguiente modo. Según los principios políticos establecidos por el Imam Jomeini, cualquier intento de abandonar la lucha contra el imperialismo y la injusticia, así como poner fin al apoyo brindado a la causa palestina, transformaría la naturaleza política de la República Islámica. Siguiendo el argumento del Imam Jomeini, Irán se convertiría en un país más de la región que sigue el Islam apolítico y pro-imperialista. Por lo tanto, la propia razón de ser de la República Islámica sería puesta en entredicho.
Pero la unidad discursiva que da sentido a la República Islámica no debe confundirse, según el Líder, con una homogenización de opiniones, sino más bien con un mismo horizonte político al que se puede aspirar desde diferentes direcciones.
Por último, el ayatolá Jamenei centró buena parte de su discurso en analizar la actual situación en Gaza. Según su análisis, la situación en Palestina deja claro cómo la opresión continúa siendo prevalente en el mundo. Desde esta perspectiva, hay que entender que la lucha en Palestina, además de estar basada en consideraciones políticas como la lucha anticolonial, tiene un aspecto islámico que se expresa en la consideración del enfrentamiento existencial entre las fuerzas de la injusticia y el mal, representadas por Israel y sus aliados, y las fuerzas de Dios y la justicia, en este caso representadas por el llamado Eje de Resistencia.
Para el ayatolá Jamenei, el Eje de Resistencia no es una creación iraní en el sentido de que Irán controla al resto de grupos. Como sucede con la mayoría de las alianzas defensivas, cada miembro del Eje mantiene un amplio margen de autonomía. Por ejemplo, Hezbolá, el actor no estatal más poderoso en el Eje. El difunto general del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI) de Irán, Hosein Hamedani, escribió en sus memorias que el líder de Hezbolá, Seyed Hasan Nasralá, estaba “a cargo de todas las políticas del Eje de Resistencia en Siria” después de su intervención en la guerra civil del país en 2013. Por su parte, los hutíes mostraron su independencia desde el principio, cuando tomaron la capital yemení de Saná en 2014, haciendo caso omiso del consejo de Irán en ese momento. Es decir, para el ayatolá Jamenei la existencia del Eje de Resistencia se explica no por una decisión unilateral de Teherán, sino por una unidad de visión política: oponerse a la injusticia y la opresión en la región.
En este sentido, y por último, el ayatolá Jamenei recordó que la Entidad Sionista, nombre dado en la República Islámica a Israel, se enfrenta a una crisis sin precedentes. A pesar de que en teoría Israel cuenta con todos los ingredientes clave para la victoria, como un poder de fuego aparentemente infinito e incontrolado, respaldo occidental incondicional y un apoyo nacional casi unánime para una guerra genocida, lo cierto es que el proyecto político sionista es un fracaso en el sentido de que no puede ofrecer ningún tipo de futuro político que no esté envuelto en la brutalización y exclusión de los palestinos.
Según el Líder de Irán, “la actual situación a la que se enfrenta el régimen sionista acerca cada vez más su caída”.
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Xavier Villar es Ph.D. en Estudios Islámicos e investigador que reparte su tiempo entre España e Irán.