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Semana de la Defensa Sagrada: Recordando el pasado, lecciones para el presente

18:43 - September 23, 2025
Noticias ID: 3510778
IQNA - Durante la Semana de la Defensa Sagrada, resurge el recuerdo de días en que Irán, con toda su diversidad cultural, religiosa y étnica, se unió: un solo cuerpo que latía con un solo corazón y resistía con una voluntad común.

Durante la Semana de la Defensa Sagrada, resurgen los recuerdos de aquellos días en los que Irán, con toda su diversidad cultural, religiosa y étnica, se transformó en un solo cuerpo: un cuerpo que latía con un solo corazón y resistía con una voluntad compartida.

La Defensa Sagrada no fue solo una batalla militar, sino una epopeya humana, en la que la unidad fue la columna vertebral de la victoria. En aquellos días, no existían fronteras entre chiíes y suníes, turcos y kurdos, persas y baluchis, cristianos y zoroastrianos. Todos, con sus lenguas y creencias, se alinearon hombro con hombro.

Las trincheras eran el punto de encuentro de corazones que latían por un objetivo común: preservar la dignidad y la independencia de Irán. Los mártires de aquel periodo provenían de todas las confesiones y grupos étnicos, demostrando que la patria es el hogar compartido de todos.

Las mujeres desempeñaron un papel fundamental en esta unidad. Madres que enviaban a sus hijos al frente con oraciones, enfermeras que atendían a los heridos en los campos, artistas y escritoras que narraban la resistencia. Su presencia no fue marginal, sino central: pilares de paciencia, amor y sacrificio que dieron sentido a la resiliencia.

También las minorías religiosas participaron con fe en la defensa de la patria. Los mártires cristianos, zoroastrianos, judíos y suníes escribieron con su sangre que defender Irán es un deber que va más allá de la religión. Combatieron, redactaron testamentos llenos de amor por la patria y demostraron que Irán es una nación unida.

Incluso durante la reciente guerra de 12 días contra Israel y sus aliados, este espíritu de solidaridad renació. Mujeres, etnias y minorías se unieron una vez más. Esta unidad no solo repelió al enemigo, sino que reavivó la esperanza.

La unidad no es un eslogan, sino una verdad histórica. Hoy más que nunca, es necesario preservar este espíritu: en el sentido de identidad, en el diálogo, en la convivencia. Irán es una majestuosa sinfonía de colores y voces, y esta sinfonía solo puede escucharse cuando todos los instrumentos tocan juntos.

El recuerdo de los mártires, de los días de sacrificio y de la solidaridad sin fronteras no es solo un motivo de orgullo, sino una guía para el futuro. Un camino que comenzó con la unidad, continuó con la resistencia, y que debe seguir con la esperanza.

Por la Dra. Sadati

 

 

 

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