La celebración del nacimiento del Enviado de Dios, un deber ético y religioso
Los musulmanes, la comunidad de Muhammad (SWS) han sentido desde siempre un vínculo emotivo intenso y una atracción inevitable hacia la figura y personalidad del Profeta del Islam, Muhammad Ibn Abdillah, las bendiciones de Allah sean sobre él y su Purificada Familia. Y dichos sentimientos han generado multitud de manifestaciones de reconocimiento en forma deqasidas, loas, hermosas caligrafías con su bendito nombre que adornan las mezquitas y los hogares de los musulmanes, muestras de amor en definitiva y además… celebrando colectivamente el aniversario de su nacimiento (mawlid).
El amor, nace del reconocimiento y es sin duda el sentimiento humano primigenio, el primero en gestarse interiormente y proyectarse hacia los demás, la sonrisa que el neonato muestra al recibir las atenciones de su madre es una prueba incuestionable de ello y a medida que crece, el ser humano va desarrollando de manera natural ese sentimiento de amor, hacia sus padres, sus parientes y su entorno, como respuesta automática a las bondades y el trato amable que recibe. Afirmamos entonces que el principal elemento del surgimiento del amor en nuestros corazones es el reconocimiento y la gratitud.
El amor es parte inherente de la naturaleza humana (fitra) el hombre ama a sus progenitores, a sus hermanos y a sus semejantes, ama a Dios por ser la fuente de su creación y ama a los Profetas por ser los guías y referentes que con sus esfuerzos liberaron a los hombres de las tinieblas de la ignorancia y los llevaron hacia la luz de la fe y la certeza.«Un Profeta que os recita las aleyas claras de Dios para sacar a quienes creen y hacen buenas obras de las tinieblas hacia la luz»
El Profeta del Islam (SWS) es el maestro de su comunidad, el ejemplo supremo de la plenitud humana, y la guía y referente ético para todo musulmán que aspire a alcanzar el camino que conduce hacia Dios«Tenéis en el Enviado de Dios un bello ejemplo para quien tiene como referente a Dios y al último día y recuerdan mucho a Dios».¿Cómo podríamos entonces aquellos que reconocemos con nuestro testimonio de fe pertenecer a laummahde Muhammad (SWS) negar u ocultar el amor y reconocimiento que sentimos por él?
Lamentablemente desde los primeros tiempos del Islam hubo corrientes maniqueas que por ignorancia, cerrazón, pero sobre todo deficiencia emocional y dureza de corazón pretendieron que el amor al Profeta podría devenir en una suerte de idolatría que apartaría a la Comunidad del verdadero monoteísmo, ejemplos lamentables de este posicionamiento errático fueron los jawariys…, cuyas ideas han tenido continuidad en corrientes contemporáneas como el salafismo y el wahabismo. Quienes defienden estos postulados demuestran su confusión y limitación, piensan que los únicos mandatos divinos que conciernen al ser humano son los actos devocionales (ibadat) que son los que relacionan al creyente con Dios Altísimo y omiten o no tienen en consideración el resto de la Ley divina, estas corrientes interpretativas caracterizadas por la superficialidad y la literalidad desconocen que la Ley divina, perfecta, eterna e integral, regula todos las situaciones, necesidades y relaciones del hombre con Dios, consigo mismo, con su hermano creyente, con la sociedad y con el resto de la creación, no parecen entender que la observancia de los actos devocionales, la oración, el ayuno, etc, si bien importantes en tanto que regulan el vínculo entre el hombre y su Creador, quedan desvirtuados si el creyente no se aplica con igual énfasis en procurar alcanzar la perfección ética o moral, observando el cumplimiento de los mandatos éticos o morales, pues estos mandatos son el pilar esencial para constituir una comunidad arraigada en los valores verdaderamente humanos, la base sobre la que se sustenta ideológicamente el Islam, como queda reflejado en las palabras del Enviado de Dios (SWS) respecto a la moral, la ética y el carácter:"Ciertamente que fui enviado para perfeccionar la nobleza del carácter (o la ética)”Estos mandatos, se citan expresamente o bien se deducen a partir de una conducta censurada, a modo de ejemplo, podemos encontrar el mandato expreso de honrar a nuestros padres o bien evitar la mentira y la hipocresía de lo que deduciríamos que debemos ser veraces y sinceros.
Pues bien, entre estos mandatos éticos se encuentra el agradecimiento, hasta el punto que junto a la paciencia ha sido considerado como la mitad de la fe, no cree quien no es paciente ni agradecido y la necesidad de agradecer es un tema recurrente en el sagrado Corán«Y recordadme y os recordaré y agradecedme y no descreáis».
Debemos por tanto ser agradecidos y en consecuencia dar gracias a Dios altísimo por la inmensa gracia que nos concedió al enviarnos a Muhammad, la paz y las bendiciones de Allah sean sobre él y su purificada familia, pues esta acción del creador es una muestra de misericordia para toda su creación, tal y como se expresa en el Sagrado Corán:«Y no te enviamos sino como misericordia para los mundos».
Fragmento de un artículo del Seyyed Anuar Ben-Abderrahman Atarhush (Fuente: Islamoriente)
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