
En un comunicado emitido el viernes, la oficina del gran ayatolá Seyed Ali Sistani denunció el ataque terrorista como un "crimen atroz", señalando que tales medidas tienen como objetivo "socavar la unidad de los musulmanes".
"Hacemos un llamamiento al honorable gobierno de Pakistán para que adopte las medidas necesarias para proteger a sus ciudadanos de la opresión y los crímenes de los grupos terroristas", dijo.
Es imperativo garantizar que los creyentes inocentes no sean sometidos repetidamente a ataques violentos y bárbaros por parte de facciones extremistas y despiadadas, añadió.
Al menos 42 musulmanes chiítas murieron y 20 resultaron heridos en un ataque a un convoy en el distrito de Kurram, en la provincia de Khyber Pakhtunkhwa, en Pakistán. La emboscada se produjo cuando el convoy viajaba de Parachinar a Peshawar, días después de la reapertura de una carretera clave tras enfrentamientos sectarios.
Según testigos, los hombres armados dispararon contra vehículos durante 40 minutos. Las autoridades condenaron el ataque, lo calificaron de acto terrorista, y prometieron rendición de cuentas.
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