
Una de las reacciones que siempre expresaban los opositores de los profetas (que la paz sea con ellos), incluido el Profeta del Islam (que la paz sea con él y su familia), era que si esos versículos provenían de Dios, entonces “que pidiera a Dios que hiciera descender sobre ellos una calamidad”.
El Sagrado Corán expone dos razones por las que la Ummah musulmana no recibirá el castigo de Istisal (un castigo para pueblos rebeldes que se niegan a despertar ante la guía de los profetas, sin importar qué), como ocurrió con las naciones anteriores:
«Pero Allah no iba a castigarlos mientras tú vivías en medio de ellos. Ni Allah los castigará si Le piden repetidamente perdón». (Verso 33 de la sura Al-Anfal)
La primera razón es que Dios no castigará a los árabes o a la Ummah musulmana con el tormento desesperado mientras el Profeta (PBD) esté entre ellos. La segunda razón es que Él no los castigará en el futuro mientras busquen el perdón.
En fuentes chiíes y sunníes se narra del Comandante de los Creyentes (AS): «Había dos cosas en la tierra que protegían a la gente del castigo de Dios: una de ellas fue retirada y la otra permanece; tomadla y aferraos a ella. La protección que fue retirada era el Mensajero de Dios (PBD), y la protección que quedó fue buscar el perdón». Luego el Imam Alí (AS) recitó el verso 33 de la sura Al-Anfal.
En la sura Al-Kahf, la fe y la búsqueda de perdón se presentan como un medio para prevenir el castigo divino:
«Nada impedía a la gente creer y pedir el perdón de su Señor cuando les llegó la guía, salvo que esperaran que les sobreviniera el destino de los antiguos o que el castigo viniera sobre ellos cara a cara». (Verso 55)
En este versículo, la expresión “pedir perdón” se añade a “creer”; es decir, pregunta qué impide a la gente creer y pedir perdón después de que la guía de Dios les llegó, a menos que deseen ver el castigo divino con sus propios ojos o que se abata sobre ellos la misma tradición que afectó a las naciones anteriores; es decir, los mismos castigos que destruyeron a los pueblos antiguos.
Por lo tanto, la fe acompañada de la búsqueda del perdón impide el descenso del castigo divino.
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