
Noor y Ayah Barahim han llevado el hiyab durante 11 años, una decisión que describen como profundamente personal y empoderadora, pero sin desafíos. Si bien las hermanas de Calgary dicen que han enfrentado muchos desafíos, insisten en que los enfrentan con orgullo.
“La mayoría de las veces, es nuestra elección llevarlo”, dice Ayah. “Siento que mucha gente te mira como si te dijera: ‘Oh, te verías tan bien sin él’”. A lo que Ayah agrega: “Como si ese fuera el punto”.
El hiyab es un velo que usan las mujeres musulmanas. En la fe islámica, representa la modestia como una obligación religiosa y la humildad.
Las hermanas dicen que navegar por las interacciones sociales como mujeres musulmanas visibles ha sido un proceso de aprendizaje. Noor, la mayor de las dos, dice que enfrenta directamente los conceptos erróneos o el comportamiento discriminatorio.
“Si alguien te mira de manera extraña o dice algo, te digo que lo enfrentes allí mismo, si estás a salvo. Pero si alguien solo está siendo odioso, dile: ‘Está bien, gracias, eso es lo que piensas’”.
Ayah se sintió diferente a los demás niños cuando usó el hijab por primera vez.
“Cuando eres una niña y comienzas a usarlo, piensas: ‘Oh, no soy como los demás niños’. Y a veces te sientes un poco alienada”, dice. “Pero creo que tener eso me dio algo para fortalecer mi personalidad. No siento la necesidad de ser como los demás. Me apego a mis creencias y a lo que creo que es correcto”.
A pesar de los desafíos ocasionales, las hermanas sienten que usar el hiyab las ha ayudado a crecer.
Las hermanas han practicado karate juntas desde que eran niñas. Ambas tienen cinturón negro y Ayah es instructora en un dojo en el noreste de Calgary.
Para Noor y Ayah, usar el hiyab les recuerda su fe y sus valores a diario.
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