En una entrevista con IQNA, el Hojat-ol-Islam Abdoljavad Moqaddasian, profesor universitario y de seminario, explicó que vivir con un sentido de misión divina genera paz interior y confianza espiritual, y que el Profeta Muhammad (P) encarnó plenamente esta realidad.
“Su personalidad, comportamiento y políticas fueron siempre un modelo e inspiración para la sociedad”, afirmó, añadiendo que incluso sus oponentes se sentían conmovidos por la honestidad y la conducta moral del Profeta (P).
Según el erudito, la Arabia preislámica era una tierra fragmentada por tribus rivales, marcadas por disputas ancestrales y derramamiento de sangre. No obstante, a través de la paciencia, el coraje, la justicia y la compasión, el Profeta (P) “logró unir los corazones y sentar las bases de una comunidad cohesionada”.
Moqaddasian señaló la Constitución de Medina y el pacto de hermandad entre los Muhajirun y los Ansar como ejemplos de cómo el Profeta (P) utilizó tanto enseñanzas éticas como medidas prácticas para alcanzar la unidad.
Enfatizó que la misión del Profeta (P) no estuvo limitada a una época o región específica, sino que fue “universal, destinada a guiar a toda la humanidad”.
Citando el versículo coránico: “Hoy he perfeccionado para vosotros vuestra religión, y he completado Mi bendición sobre vosotros, y he aprobado el islam como vuestra religión” (Corán 5:3), señaló que la unidad establecida por el Profeta (P) alcanzó su punto culminante con la culminación de su misión. Esto, destacó, demuestra que la guía divina tiene el poder de transformar profundamente a las sociedades.
El erudito subrayó que la bondad fue un elemento central en el éxito del Profeta (P). Al referirse al versículo: “Por la misericordia de Allah fuiste amable con ellos; si hubieras sido duro y de corazón áspero, se habrían alejado de tu alrededor” (Corán 3:159), Maqdesian indicó que la compasión del Profeta (P) “ablandó los corazones, incluso conquistando a antiguos enemigos”.
Su constante demostración de justicia, perdón e igualdad, añadió, inculcó valores morales y espirituales en la comunidad.
El enfoque del Profeta (P) también se extendió a los no musulmanes. “Su misión fue una misericordia para toda la humanidad”, afirmó Moqaddasian, citando el versículo: “No te enviamos sino como misericordia para los mundos” (Corán 21:107).
Explicó que las relaciones del Profeta (P) con judíos, cristianos y otros grupos en Medina se basaban en la justicia y los derechos mutuos, y que la Carta de Medina fue un marco pionero para la convivencia pacífica. “Nunca forzó a nadie a aceptar el islam”, afirmó el erudito. “Más bien, invitaba con honestidad, ética y ejemplo personal”.
Consultado sobre la relevancia del Profeta (P) en el mundo actual, el erudito señaló que sus enseñanzas ofrecen soluciones a las crisis morales y sociales contemporáneas.
“La clave de la salvación radica en el principio de ‘La ilaha illallah’ (no hay más dios que Allah)”, dijo. Esto, argumentó, es el eje en torno al cual giran la moralidad, el orden social y el florecimiento humano.
Trazó un paralelo con la naturaleza, en la que el sol y la luna siguen leyes precisas: “Si los seres humanos se alinean con la unidad divina, la sociedad se volverá tan armoniosa y bella como el orden natural”.
Indicó que la oración misma refleja esta igualdad y cohesión, con personas de todos los orígenes alineadas en una misma dirección.
Las enseñanzas del Profeta (P) sobre la misericordia, la conducta ética y la justicia social, concluyó Moqaddasian, siguen siendo esenciales para la paz mundial. “En el mundo actual, marcado por divisiones étnicas, religiosas y sociales, volver al ejemplo del Profeta (P) —de bondad, perdón y respeto por los demás— puede guiar a la humanidad hacia la estabilidad, la justicia y la convivencia”.
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